“Arrepiéntanse y crean en el Evangelio” (Marcos 1, 15)
“¿Es posible que el amor de Dios disminuya por nuestros pecados?”, le pregunté al sacerdote en la confesión.
“No”, me respondió, “Es como si uno de tus hermanos estuviera enfermo, lo amarías más, ¿verdad?”
“Supongo que sí.”
“Así como cuando estamos enfermos con el pecado, Su amor sólo puede crecer. Él quiere que nosotros nos sanemos.”
Nunca había pensado así. Pero aún así, el problema mío no era que Dios estuviera descontento conmigo, sino que yo estaba insatisfecha conmigo misma.
La escrupulosidad y el perfeccionismo me atormentaban siempre; tenía que ser perfecta. Una vez en particular, sabía que necesitaba ir a la confesión y no quería ir. Esa noche tuve un sueño de Jesús:
“Yo te amo.”, Él articuló con Sus labios.
Al despertarme con mi corazón latiendo fuerte, sabía que Dios había tratado de decirme esta verdad fundamental varias veces, pero no le estaba oyendo. Fui a la confesión ese día, pero esta vez sabiendo que Jesús quería amarme y no regañarme.
Hermana, en tu oración, te sugiero que le preguntes a Dios por qué necesitamos Su gracia, amor y misericordia. No hay más diluvios, ahora tenemos el bautismo y los sacramentos, en los cuales Dios nos llena de Su gracia (Génesis 9, 11; 1 Pedro, 21). ¡Qué alivio!
Su nueva alianza es para siempre y Él ya ha hecho mucho del trabajo: “Cristo murió, una sola vez y para siempre, por los pecados de los hombres; él, el justo, por nosotros, los injustos, para llevarnos a Dios; murió en su cuerpo y resucitó glorificado” (Pedro 3, 18).
Respondamos a Su petición este primer domingo de cuaresma: “Arrepiéntanse y crean en el Evangelio” (Marcos 1, 15). En Su Evangelio y en Su Cruz, encontramos gracia y libertad.
// Alexandra Geigel vive en el norte de Virginia y tiene padres de Guatemala y Puerto Rico. Estudia español en la universidad y es líder de un grupo de estudio bíblico para mujeres universitarias. Le encanta leer la biblia, escribir historias y tocar su ukelele. Lo más importante para ella es su fe católica y quiere que todas las personas conozcan el Corazón de Jesús a través de una relación personal con Él y devoción a la Eucaristía.