“Es necesario que el Hijo del hombre sufra mucho… que sea entregado a la muerte… Si alguno quiere acompañarme, que no se busque a sí mismo, que tome su cruz de cada día y me siga.” (Lucas 9, 22-23)
El mes pasado, escribí sobre la alegría y el gozo interno, y este mes el Evangelio parece estar trayéndonos a un lugar exactamente opuesto. El esposo (Jesús) pronto estará quitado y llegarán los días de ayuno y una tristeza profunda.
Todos hemos pasado días terribles. Capaz un hijo se ha enfermado gravemente. Capaz Dios ha llamado a nuestro esposo a su hogar celestial. Capaz hemos perdido el trabajo y no sabemos cómo vamos a comprar la comida y pagar la casa. Capaz nos encontramos con depresión y ni sabemos por qué.
Todas esas situaciones nos pesan mucho y nos cuestan y, sinceramente, Jesus nos dijo que nos iba a costar. No nos dijo que la vida iba a ser fácil, sino que si queríamos seguirlo, íbamos a tener que tomar nuestra cruz a diario. Lo bueno es que contemos con Su ayuda para cargarla para que no se nos haga tan pesado.
Jesús mío, en este día acepto mi cruz y decido tomarla, pero Te pido que me ayudes. No puedo hacer nada sin Ti. Gracias por todo lo que has sufrido por mi cuenta y Te pido perdón por mis pecados. Te amo mucho y gracias por amarme mucho. Amén.
// Tami Urcia es miembro de una familia católica muy grande. Ella y su esposo Peruano tienen cinco hijos pequeños y viven en Michigan. Durante su juventud, Tami pasó unos años como misionera en México y ha trabajado para la Iglesia casi toda su vida en diferentes capacidades. Ha sido traductora por más de 20 años.