“Al ver a las multitudes, se compadecía de ellas, porque estaban extenuadas y desamparadas, como ovejas sin pastor.” (Mateo 9, 36)
Estas palabras que fueron escritas hace siglos me resultan, hoy en día, sorprendentemente aplicables. Hoy, en pleno 2023, la humanidad puede sentirse de la misma manera. Experimentamos el mal en el mundo, en todas sus formas y variantes. A veces, tristemente, siendo protagonistas del mismo. Otras, siendo víctimas directas de ello y otras incluso siendo espectadores horrorizadas de injusticias y tragedias ajenas. De una o de otra manera y a pesar de los mejores esfuerzos, somos alcanzadas por el mal y por consiguiente, andamos extenuadas y desamparadas.
Pero hoy, como en aquel entonces, Jesús se compadece tierna y profundamente de nosotras. Hoy también pasa por nuestra vida, y de manera casi siempre sutil, nos recuerda que no estamos solas, que en efecto tenemos pastor. Que aunque el mal parezca tener una tremenda fuerza para trastocar nuestro mundo y nuestra vida, Él, que no tiene rival alguno, que ha triunfado sobre todo mal e incluso sobre la muerte, está con nosotras.
Hermanas, el mal sigue existiendo, sí, y puede tenernos cansadas y decepcionadas de momento, pero por más que lo parezca, no tiene un control total. Porque lo único total es el amor absoluto y sin límites que Dios nos tiene. Me parece que hoy Jesús se enternece y se compadece, no sólo de nuestro sufrimiento, sino también del hecho de que se nos olvida que no estamos solas, que tenemos un Pastor todopoderoso que nos lleva cariñosamente en sus hombros para restablecernos y curarnos de cualquier mal.
Teresa Salmerón nació en la Ciudad de México, donde creció en una familia católica practicante y donde formó la suya propia. Ha tenido la oportunidad de vivir en varios países como Chile, Venezuela, México y Estados Unidos. Actualmente reside en Ohio, donde ha vivido desde hace 11 años y donde trabaja como traductora y maestra de español. Teresa tiene 3 hijos adultos a los que ama profundamente. Ha sido catequista y actualmente facilita un estudio bíblico de un grupo de mujeres de su parroquia. A Teresa le gusta mucho bailar, leer, cocinar y convivir con su familia y amigos; y se siente profundamente agradecida por el infinito amor de Dios.