Martes de la segunda semana de Adviento Lectionary: 182
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Primera lectura Is 40, 1-11
“Consuelen, consuelen a mi pueblo,
dice nuestro Dios.
Hablen al corazón de Jerusalén
y díganle a gritos que ya terminó el tiempo de su servidumbre
y que ya ha satisfecho por sus iniquidades,
porque ya ha recibido de manos del Señor
castigo doble por todos sus pecados”.
Una voz clama:
“Preparen el camino del Señor en el desierto,
construyan en el páramo
una calzada para nuestro Dios.
Que todo valle se eleve,
que todo monte y colina se rebajen;
que lo torcido se enderece y lo escabroso se allane.
Entonces se revelará la gloria del Señor
y todos los hombres la verán”.
Así ha hablado la boca del Señor.
Una voz dice: “¡Griten!”,
y yo le respondo: “¿Qué debo gritar?”
“Todo hombre es como la hierba
y su grandeza es como flor del campo.
Se seca la hierba y la flor se marchita,
pero la palabra de nuestro Dios permanece para siempre”.
Sube a lo alto del monte,
mensajero de buenas nuevas para Sión;
alza con fuerza la voz,
tú que anuncias noticias alegres a Jerusalén.
Alza la voz y no temas;
anuncia a los ciudadanos de Judá:
“Aquí está su Dios.
Aquí llega el Señor, lleno de poder,
el que con su brazo lo domina todo.
El premio de su victoria lo acompaña
y sus trofeos lo anteceden.
Como pastor apacentará a su rebaño;
llevará en sus brazos a los corderitos recién nacidos
y atenderá solícito a sus madres”.
Salmo Responsorial Salmo 95, 1-2. 3 y 10ac. 11-12. 13
R. (cf Is 40, 9-10) Ya viene el Señor a renovar el mundo.
Cantemos al Señor un nuevo canto;
que le cante al Señor toda la tierra;
cantemos al Señor y bendigámoslo,
proclamemos su amor día tras día.
R. Ya viene el Señor a renovar el mundo.
Su grandeza anunciemos a los pueblos;
de nación en nación, sus maravillas.
“Reina el Señor”, digamos a los pueblos,
gobierna a las naciones con justicia.
R. Ya viene el Señor a renovar el mundo.
Alégrese los cielos y la tierra,
retumbe el mar y el mundo submarino.
Salten de gozo el campo y cuanto encierra,
manifiesten los bosques regocijo.
R. Ya viene el Señor a renovar el mundo.
Regocíjese todo ante el Señor,
porque ya viene a gobernar el orbe.
Justicia y rectitud serán las normas
con las que rija a todas las naciones.
R. Ya viene el Señor a renovar el mundo.
Aclamación Antes del Evangelio
R. Aleluya, aleluya.
Ya está cerca el día del Señor.
Ya viene el Señor a salvarnos.
R. Aleluya.
Evangelio Mt 18, 12-14
En aquel tiempo, Jesús dijo a sus discípulos: “¿Qué les parece? Si un hombre tiene cien ovejas y se le pierde una, ¿acaso no deja las noventa y nueve en los montes, y se va a buscar a la que se le perdió? Y si llega a encontrarla, les aseguro que se alegrará más por ella que por las noventa y nueve que no se le perdieron. De igual modo, el Padre celestial no quiere que se pierda uno solo de estos pequeños”.
En el silencio de la medianoche, abrí mi closet y saqué mi vestido favorito: minifalda que resaltaba mis largas piernas y un corte imperio cruzado que me hacía ver delgada. Cogí las tijeras, lo miré por última vez, y lo corté por la mitad. De esta forma nunca podría volver a ponérmelo, a pesar de todavía desear usarlo. Después de vivir cuatro meses en Roma en una comunidad católica donde teníamos normas de cómo podíamos vestirnos, había vuelto a mi casa a pasar una semana de vacaciones. Por fin podía ponerme lo que quisiera para salir con mis amigas, y éste todavía era el vestido que mi mente deseaba. Pero mi corazón quería algo más profundo. En el tren camino a casa, me había leído el libro de Christopher West llamado Teología del cuerpo para principiantes, y una flecha de la verdad había atravesado mi alma.
Estaba cansada, llevaba años esclava de lo que pensaba que significaba “la belleza”. Gimnasio, dietas, vestirme de una forma para que todos me vieran. Pero en el fondo estaba perdida y lastimada. Era la ovejita que había decidido ir en busca de una mentira que me ahogaba y me dejaba sola, con el corazón partido una y otra vez. Al leer ese libro supe inmediatamente que las ideas del Papa Juan Pablo II eran la verdad sobre el significado del amor. Me di cuenta de que en mi obsesión con la belleza yo había estado buscando el amor en lugares equivocados. El amor no era que alguien me deseara por mi apariencia física para poseerme con motivos egoístas. El verdadero amor consistía en que alguien quisiera darme todo su ser, entregarse completamente a mi por amor.
Después de descubrir esto, yo no quería conformarme con nada menos. Cuando encontrara al hombre con quien me iba a casar, quería que él fuera un hombre de verdad, alguien dispuesto a dar todo por amor a mi. Alguien que no me viera egoístamente, sino que simplemente quisiera entregarme todo su ser sin medidas. Ése era el amor radical que mi corazón deseaba, y mi forma equivocada de buscarlo me había llevado a tanto dolor por todos estos años. Entonces, miré el vestido y supe que fui creada para algo más que esta mentira que me había encadenado por tanto tiempo. Una luz me había hecho dar cuenta de que ese vestido jamás atraería a un hombre bueno que me amara de verdad, y aunque mentalmente todos los otros vestidos todavia me parecían feos y de vieja, tomé la decisión de decirle “no” a un amor mediocre y “sí” a la posibilidad de un amor verdadero… que algun dia llegaria, aunque probablemente no sería esta noche.
Pero esa noche si era la noche en la que algo maravilloso pasaría. Al cortar ese vestido, por fin una luz resplandeció en mi oscuridad. Pude ver mi auténtica belleza y el verdadero significado del amor. Mi belleza consistía en que fui creada para amar y ser amada, no para ser poseída, admirada y perdida en el vacío de un “amor” egoísta. Entonces el pastor me encontró y me sanó.
¿Qué es la cosa que te esclaviza y te quita la libertad? En que te despiertas pensando por las mañanas, que al anochecer te deja llena de vacío y dolor? Ya terminó el tiempo de tu servidumbre, y pronto nacerá este tierno bebé que al abrazar en esa noche oscura, te llenará de luz. Entonces, se cortarán esas cadenas y Él las cambiará por algo más hermoso que te llenará de felicidad.
Natalia DuTeau fue una joven rebelde a quien Jesús conquistó y le cambió la vida. Ahora es una maestra licenciada convertida en mamá “homeschooler” (escuela en casa). Junto a su esposo americano, intentan criar a sus 4 hijos bilingües y biculturales transmitiendoles la cultura latina viviendo en el norte de GA. Puedes encontrarla hablando en español mientras hace caminatas por el bosque con sus niños, tomando café (después de todo es colombiana), leyéndole a sus pequeños, bailando, o cantando y tocando guitarra.