¿Alguna vez has experimentado estar fuera de tu país pero aún así sentirte como en casa? Cuando yo tenía 24 años me fui de misión por un mes a Etiopía, en el este del continente Africano. Mi plan había sido ir por solo un mes, después regresar a los EEUU y seguir buscando trabajo, como apenas había salido del convento (puedes leer más sobre esa experiencia aquí). No debí haberme sorprendido que al final me quedé dos años en ese país. Durante ese tiempo tan especial, sentí una cercanía y amor profundo por la gente de Etiopía. Es una cultura única, como son todas nuestras culturas, pero como Dominicana no me sentí como extranjera en ese país tan lejano. Si no que, poco a poco, me llamaban “Habesha” y me veían como una Etiope más.
Te comparto esto porque puedo entender muy bien como un sacerdote de Canadá llega a un punto de tanta sintonía con una gente lejana, de un país extraño, que pide ser enterrado ahí cuando llegue la hora de su muerte. Padre Emiliano Tardif, siendo Canadense, murió también Dominicano.
Su Vida Misionera
El Padre Emiliano vino de un pueblo de la provincia de Quebec, una zona francófona en el este de Canadá, que se llama San Zacarías. El entró un joven al seminario menor de los Misioneros del Sagrado Corazón. A los 21 años profesó sus primeros votos religiosos con la comunidad. Podríamos decir que Emiliano, desde joven, sabía que quería seguir a Jesus y sólo a Él, todos los días de su vida entregando todo. Un mensaje que nosotras quizás debemos de mantener siempre en nuestros corazones: estamos llamadas a darlo todo por Él, sin importar la vocación ni el lugar. Lo que importa es darlo todo.
Después de estudiar un tiempo en los EEUU y regresar a Quebec para sus estudios de teología, Emiliano fue ordenado sacerdote de Jesucristo en 1955. Solo un año después, siendo un sacerdote “bebe” como suelo yo decir, el Padre Emiliano pidió ser enviado de misión a mi patria: la República Dominicana. Empezó su tiempo de misión en un seminario en el norte del país. Después de 17 años en ministerio–enseñando, celebrando Misas, construyendo seminarios, capillas, lugares de desarrollo humano– el Padre Emiliano cayó enfermo con una tuberculosis en los pulmones bien grave. Él regresó a su país y ahí recibió confirmación de que su salud “estaba fea para la foto” (como decimos nosotros los Dominicanos). Los doctores le explicaron que tendría que permanecer en el hospital por lo menos un año.
Recibiendo el Carisma de Sanación
Aquí, el asunto se pone interesante. El Padre Emiliano no estaba en favor del movimiento carismático ni los supuestos dones que daba el Espíritu Santo. Sin embargo, El Señor tenía otros planes para este sacerdote sentado en su mecedora en esa sala del hospital. Aun antes de que el Padre empezará su tratamiento para su condición, pasaron por su puerta unos laicos que pertenecían a un grupo carismático ahí en Quebec. Ellos le preguntaron al Padre Emiliano si podían rezar por él, ya convencidos de que El Señor lo iba a sanar. Disgustado pero sin querer ofender o escandalizar, el padre asintió y empezaron a pedir la gracia de sanación. Ellos estaban convencidos pero el padre dudaba aunque sí sentía un calor inmenso en sus pulmones.
Para sorpresa del padre y todos los médicos, su salud fue restaurada completamente en los siguientes días después de esa oración. No quedaba ninguna señal de tuberculosis en sus pulmones. Después de un mes de estudios para asegurar que verdaderamente no había nada más que curar, lo despidieron del hospital. El Padre Emiliano quedó convencido del poder de Dios que lo había sanado esa tarde en la sala del hospital aunque él había dudado. Tras esta experiencia él decidió pedir permiso a su superior para usar el tiempo que habían predicho para su hospitalización (¡un año!) para estudiar el movimiento carismático.
Después de este año de estudio y abriéndose a las obras del Espíritu Santo, el Padre regresó de misión a su amada isla de la República Dominicana. En su nueva parroquia, él organizó un encuentro de oración para contarle a sus parroquianos sobre su testimonio de sanación. Esa misma noche, el Señor empezó a usar al Padre Emiliano–que antes dudaba de todo esto–para sanar a los enfermos. Empezó con dos pero cada semana los números de los que recibían sanación aumentaban. Uno que antes dudaba se encontraba ahora en medio de una escena bíblica donde Jesus mismo pasaba a sanar a los enfermos y levantar a los que estaban en cama, dando luz a los ojos ciegos, liberando a los cautivos (Juan 9, 1-42; Marcos 2, 1-12; Marcos 5, 1-13).
Su enseñanza y mensaje para nosotras
Las multitudes venían a los retiros, los grupos de oración, y Misas al aire libre porque no se podían contener en los edificios de la iglesia. El Señor estaba derramando en esa isla pequeña un nuevo Pentecostés. Y desde ahí, el padre que antes dudaba y que tenía una fe muy pequeña (así mismo lo describe él), fue enviado a distintos países en cinco continentes para difundir este mensaje del amor de Dios manifestado en obras y signos bíblicos. El Padre Emiliano fue llamado por el Señor a ser testimonio del amor de Cristo, que El aun vive hoy, entre nosotros. El Señor sigue sanando y haciendo sus prodigios.
El Padre Emiliano murió a los 71 años en Argentina donde había llegado para predicar un retiro a sacerdotes. Después de iniciar este retiro, padeció de un infarto de corazón. Fue llevado a ser enterrado en el lugar donde él mismo había dicho que quería permanecer, el país que había sido su hogar de trabajo y oración por más de 40 años. En el año 2007, nueve años después de su fallecimiento, la causa de beatificación fue empezada. La vida del Padre está bajo estudio y esperando la confirmación de milagros documentados a través de su intercesión para ser canonizado como Santo de la Iglesia (sería para nosotros, Dominicanos, el primer santo en nuestra tierra).
¿Que tiene que decirnos este Padre Canadense, quien vivió tantos años en una isla del Caribe, a nosotras mujeres viviendo en países quizás muy distintos y estados de vida diferentes al del padre misionero? Pienso que lo que capta el mensaje principal de este Siervo de Dios es el título de uno de sus libros: Jesús está vivo.
Cristo no se ha quedado en las páginas de nuestras biblias. El sigue viniendo a nuestro encuentro, al encuentro con la humanidad sufriente y en necesidad.
Y ahí, en medio de los prostíbulos y las cárceles, entre los enfermos terminales y los encadenados por adicción, el Señor manifiesta Su gloria, Su amor, y Su bondad. Hermana, ¿y si tu y yo viviéramos como si esto fuera verdad? Así como el Padre Emiliano, lanzándonos con toda confianza a las obras más importantes para nosotras como Cristianas: la oración y la evangelización. ¿Te imaginas cómo cambiaría el mundo en nuestro entorno?
Te invito a rezar hoy conmigo esta oración de sanación interior que nos dejó el Padre Emiliano.
Si te interesa saber más sobre el Padre Emiliano, puedes ir aquí. Y para pedir que pronto sea beatificado, encuentre aquí la oración oficial.
Fuentes:
Biografía del Padre Emiliano Tardif (prtc.net)
Cómo se Desarrolló el Carisma del Mayor Sanador del siglo XX [por Gracia de Dios] » Foros de la Virgen María (archive.org)