Miércoles de la segunda semana de Adviento Lectionary: 183
Lee las lecturas en el sitio de USCCB.
Primera lectura Is 40, 25-31
“¿Con quién me van a comparar,
que pueda igualarse a mí?”,
dice el Dios de Israel.
Alcen los ojos a lo alto
y díganme quién ha creado todos aquellos astros.
Él es quien cuenta y despliega su ejército de estrellas
y a cada una la llama por su nombre;
tanta es su omnipotencia y tan grande su vigor,
que ninguna de ellas desoye su llamado.
¿Por qué dices tú, Jacob,
y lo repites tú, Israel:
“Mi suerte se le oculta al Señor
y mi causa no le preocupa a mi Dios”?
¿Es que no lo has oído?
Desde siempre el Señor es Dios,
creador aun de los últimos rincones de la tierra.
Él no se cansa ni se fatiga
y su inteligencia es insondable.
Él da vigor al fatigado
y al que no tiene fuerzas, energía.
Hasta los jóvenes se cansan y se rinden,
los más valientes tropiezan y caen;
pero aquellos que ponen su esperanza en el Señor,
renuevan sus fuerzas;
les nacen alas como de águila,
corren y no se cansan, caminan
y no se fatigan.
Salmo Responsorial Sal 102, 1-2. 3-4. 8 y 10
R.(1a) Bendice al Señor, alma mía.
Bendice al Señor, alma mía,
que todo mi ser bendiga su santo nombre.
Bendice al Señor, alma mía,
y no olvides de sus beneficios.
R. Bendice al Señor, alma mía.
El perdona todas tus culpas
y cura todas tus enfermedades;
él rescata tu vida del sepulcro,
y te colma de amor y de ternura.
R. Bendice al Señor, alma mía.
El Señor es compasivo y misericordioso,
lento para enojarse y generoso para perdonar.
No nos trata como merecen nuestras culpas,
ni nos paga según nuestros pecados.
R. Bendice al Señor, alma mía.
Aclamación Antes del Evangelio
R. Aleluya, aleluya.
Ya viene el Señor para salvar a su pueblo.
Dichosos los que estén preparados para salir a su encuentro.
R. Aleluya.
Evangelio Mt 11, 28-30
En aquel tiempo, Jesús dijo: “Vengan a mí, todos los que están fatigados y agobiados por la carga, y yo los aliviaré. Tomen mi yugo sobre ustedes y aprendan de mí, que soy manso y humilde de corazón, y encontrarán descanso, porque mi yugo es suave y mi carga, ligera”.
El primer pensamiento que vino a mi mente cuando leí las escrituras de hoy fue, ¿Que de nuevo puedo aportar?
Luego pensé en mi vida actualmente y en las semanas pasadas. Estuve muy ocupada yendo del trabajo al hospital para visitar a mi papá. Luego, del trabajo a ensayar con un grupo musical para un congreso de jóvenes. Durante estas semanas, también había mucho que hacer en mi trabajo. ¡Anhelaba tanto tan solo un día de descanso!
No tuve mucho tiempo de descanso y el que tuve lo utilicé para ver videos en TikTok e Instagram. No hice mucha actividad física pero tampoco descansé realmente. Tampoco descansó mi mente.
No solo no hubo descanso, pero me di cuenta de que también evité al Señor.
Bueno, siempre hablo con Jesús a lo largo de mi día, pero no hice un tiempo para específicamente sentarme, hablarle y más importante, escucharlo.
Luego, cuando me di cuenta de que lo estaba evadiendo, me sentí mal, como que no merecía que Él me escuchará.
Después, las palabras del salmo de hoy me llamarón la atención: “El Señor es compasivo y misericordioso, lento para enojarse y generoso para perdonar. No nos trata como merecen nuestras culpas, ni nos paga según nuestros pecados.”
Entendí que Él no piensa igual que yo. Él es paciente. Nosotros solemos vacilar cuando de repente hay mucho que hacer o suceden cosas inesperadas en nuestras vidas. Pero Él desea que si estamos fatigados y agobiados, vayamos hacia Él para encontrar descanso.
Dulce Aguirre creció como católica “por cultura” y se encontró, dulcemente, por primera vez cara a cara con el Señor durante un ensayo en el coro de su parroquia a la edad de 14 años. Ha sido la única católica practicante en su familia desde ese tiempo (hasta hace poco). Creció en Mesa, Arizona pero ahora vive en Tempe, AZ y trabaja como Asistente Bilingüe en una oficina de Comunicaciones. Su modo de oración favorito es cantar y tocar la guitarra. Le encanta caminar en los parques y ver la belleza de la naturaleza, especialmente sentir el viento bajo la sombra de los árboles. Sus santos favoritos son Padre Pio, Santa Faustina, San Rafael Arcangel, Santa Hildegarda de Bingen y San Ignacio de Loyola.