Sal y luz de la tierra. Nos lo pide Dios. Los cristianos tenemos el deber de llevar a todos lo que Jesús nos ha enseñado. Nuestro lugar es el mundo. El cielo comienza aquí en la tierra. Tenemos el deber de irradiar ese Espíritu Santo que mora en cada una de nosotras al resto de ciudadanos del mundo. Estamos llamadas a dar fruto, a cultivar esos frutos del Espíritu que se nos han dado.
Ese es uno de los grandes desafíos de nuestra vida: vivir en el mundo, sin pertenecer al mundo; vivir en la tierra, pero con nuestra ciudadanía en el cielo. El poder llevar todo nuestro ser, templo del Espíritu Santo, a casa, a nuestro lugar de trabajo, cuando estamos tomando algo con amigas… todo son ocasiones para dejar ver esa luz y fuente de amor que llevamos dentro.
El Señor cuenta conmigo y contigo. Él, conociéndonos plenamente, nos ha elegido para ser testigos y llevar Su mensaje a toda la tierra. En estos días está siendo la JMJ y yo me encuentro en Lisboa. El poder ver a todos los ciudadanos del reino que vamos por muchos campos distintos del mundo sembrando lo que Dios nos ha puesto en el corazón, es un verdadero regalo. Es muy importante recordar en momentos en los que parece que vamos solas contra el mundo, que tenemos un Padre que nos quiere y una Iglesia que nos acompaña en este camino.
Por último, Jesús nos invita a no huir del mundo. Él vino a darnos vida en abundancia (Juan 10, 10) y nos enseñó cómo vivir en plenitud en el mundo.. Por eso, lo importante es poner amor en cada cosa que hagamos, porque así no hay cosas pequeñas.
Hermana, hoy te propongo que podamos aprender a reconocer a Jesús en lo sencillo. Primero, reconocerle, para luego ser Su reflejo.
// Elisa Gómez es una joven española que ha sido transformada por el amor. Es la mayor de 5 hermanos y está estudiando Derecho y Relaciones Internacionales. Tiene una gran pasión de ayudar a los demás y dedica gran parte de su tiempo al voluntariado. Le fascina la belleza cada atardecer y la música. Al igual que “el amor le explicó todo”, quiere llevar ese amor a todos los que la rodean.