La primera lectura y el salmo responsorial hablan del camino de Dios y de la vida de virtud. Aunque no seamos obispos ni diáconos, todavía como personas laicas de la Iglesia católica, tenemos una gran responsabilidad de representar a Cristo: somos Sus embajadoras.
En nuestros salones de clases, en nuestros lugares de trabajo, en nuestros hogares, en nuestras iglesias y en todas nuestras comunidades, somos embajadoras de Cristo. El mundo necesita la luz que nosotras llevamos dentro de nuestros corazones, la luz de Jesús. Necesitamos proteger nuestros ojos, nuestros oídos, nuestras bocas y nuestras mentes para seguir en “el camino perfecto” (Salmo 101, 2).
En el grupo católico de mi universidad, soy líder del ministerio que se enfoca en la evangelización y en las últimas semanas he encontrado a Jesús en varias personas que he conocido. Aunque no lo dicen, veo en sus caras y en sus expresiones que ellos mendigan esperanza y alguna buena noticia. Poder conocer a los hijos de Dios es una bendición y un honor, pero he aprendido que no puedo dar lo que no he recibido yo misma. Para difundir la virtud, necesito practicarla yo misma, recibir a Jesús en la Eucaristía lo más que pueda, rezar cada día y rodearme de personas virtuosas que me inspiran y que me llenan de bondad.
He visto la diferencia en mis esfuerzos cuando he dependido de Él y cuando he dependido de mí solamente: con Él todo es más fácil y eficaz y puedo tener una alegría y paz inexplicable, pero cuando dependo sólo de mí, me rindo y me doy el mérito de mis esfuerzos a mí misma.
Jesús, somos incapaces de vivir una vida llena de virtud solas. Necesitamos Tu gracia, misericordia y amor. Somos débiles, Tú tienes el poder. Guíanos siempre a seguir Tu camino y aferrarnos a Ti cuando cometemos errores.
// Alexandra Geigel vive en Centreville, Virginia y tiene padres de Guatemala y Puerto Rico. Estudia español en la universidad y es líder de un grupo de estudio bíblico para mujeres universitarias. Le encanta leer la Biblia, escribir historias y tocar su ukelele. Lo más importante para ella es su fe católica y quiere que todas las personas conozcan el Corazón de Jesús a través de una relación personal con Él y devoción a la Eucaristía.