¿Alguna vez la vida se te ha hecho tan difícil que no sabías lo que Dios quiso de ti? A menudo es en los momentos duros que Dios escoge obrar. Lastima, ¿verdad?
Yo tuve uno de estos momentos el mes pasado. De la nada fui despedida de mi trabajo. Mi esposo es padre en casa y tenemos cinco hijos. Y de un día para otro, me quedé sin ingreso. No recibí ni una admonición, ni una advertencia, ni una evaluación negativa de mi comportamiento, sólo me despidieron.
Después de pasar toda la mañana llorando a gritos, en los días siguientes tuve que analizar profunda y honestamente lo que había pasado. Y es allí donde Dios me bendijo, y no sólo un poquito, sino abundantemente. Me ayudó a ver claramente que estaba buscando sobrevivir en lugar de prosperar, y que no estaba utilizando todos los talentos que Dios me había dado para su gloria. Para colmo, me regaló unos momentos preciosos con mis hijos durante el clima hermoso de primavera.
Así que cuando la primera lectura de hoy dice: “Dijo el Señor a Abram: ‘Deja tu país, a tu parentela y la casa de tu padre, para ir a la tierra que yo te mostraré. Haré nacer de ti un gran pueblo y te bendeciré. Engrandeceré tu nombre y tú mismo serás una bendición’” (Gen 12, 1-2), lo entiendo perfectamente.
¿Y tú, hermana? ¿De qué forma Dios te quiere utilizar para bendecir a otros? Capaz tendrás que “mudarte” aunque sea espiritualmente. Pero siguiendo Su voluntad, te hará grande. Así que ¡ánimo! Te esperan cosas mucho más grandes de lo que puedas imaginar.
Tami Urcia es miembro de una familia católica muy grande. Ella y su esposo Peruano tienen cinco hijos pequeños y viven en Michigan. Durante su juventud, Tami pasó unos años como misionera en México y ha trabajado para la Iglesia casi toda su vida en diferentes capacidades. Ha sido traductora por más de 20 años.