Jueves de la tercera semana de Adviento Lectionary: 190
Lee las lecturas en el sitio de USCCB.
Primera lectura Is 54, 1-10
“Alégrate, tú, la estéril, que no dabas a luz;
rompe a cantar de júbilo,
tú que no habías sentido los dolores de parto;
porque la abandonada tendrá más hijos que la casada,
dice el Señor.
Ensancha el espacio de tu tienda,
despliega sin miedo las lonas,
alarga las cuerdas, clava bien las estacas,
porque te extenderás a derecha y a izquierda:
tu estirpe heredará las naciones
y poblará las ciudades desiertas.
No temas, porque ya no tendrás que avergonzarte;
no te sonrojes, pues ya no te afrentarán;
antes bien, olvidarás la vergüenza de tus años jóvenes
y no volverás a recordar el deshonor de tu viudez.
El que te creó, te tomará por esposa;
su nombre es ‘Señor de los ejércitos’.
Tu redentor es el Santo de Israel;
será llamado ‘Dios de toda la tierra’.
Como a una mujer abandonada y abatida
te vuelve a llamar el Señor.
¿Acaso repudia uno a la esposa de la juventud?,
dice tu Dios.
Por un instante te abandoné,
pero con inmensa misericordia te volveré a tomar.
En un arrebato de ira
te oculté un instante mi rostro,
pero con amor eterno me he apiadado de ti,
dice el Señor, tu redentor.
Me pasa ahora como en los días de Noé:
entonces juré que las aguas del diluvio
no volverían a cubrir la tierra;
ahora juro no enojarme ya contra ti
ni volver a amenazarte.
Podrán desaparecer los montes
y hundirse las colinas,
pero mi amor por ti no desaparecerá
y mi alianza de paz quedará firme para siempre.
Lo dice el Señor, el que se apiada de ti”.
Salmo Responsorial Salmo 29, 2 y 4. 5-6. 11-12a y 13 b
R.(2a) Te alabaré, Señor, eternamente.
Te alabaré, Señor, pues no dejaste
que se rieran de mí mis enemigos.
Tu, Señor, me salvaste de la muerte
y a punto de morir, me reviviste. R.
R. Te alabaré, Señor, eternamente.
Alaben al Señor quienes lo aman,
den gracias a su nombre,
porque su ira dura un solo instante
y su bondad, toda la vida.
El llanto nos visita por la tarde;
por la mañana, el júbilo. R.
R. Te alabaré, Señor, eternamente.
Escúchame, Señor, y compadécete;
Señor, ven en mi ayuda.
Convertiste mi duelo en alegría,
te alabaré por eso eternamente. R.
R. Te alabaré, Señor, eternamente.
Aclamación Antes del Evangelio
R. Aleluya, aleluya.
Preparen el camino del Señor, hagan rectos sus senderos,
y todos los hombres verán al Salvador.
R. Aleluya.
Evangelio Lc 7, 24-30
Cuando se fueron los mensajeros de Juan, Jesús comenzó a hablar de él a la gente, diciendo: “¿Qué salieron a ver en el desierto? ¿Una caña sacudida por el viento? ¿O qué salieron a ver? ¿Un hombre vestido con telas preciosas? Los que visten fastuosamente y viven entre placeres, están en los palacios. Entonces, ¿qué salieron a ver? ¿Un profeta? Sí, y yo les aseguro que es más que profeta. Es aquel de quien está escrito: Yo envío mi mensajero delante de ti para que te prepare el camino. Yo les digo que no hay nadie más grande que Juan entre todos los que han nacido de una mujer. Y con todo, el más pequeño en el Reino de Dios es mayor que él”.
Todo el pueblo que lo escuchó, incluso los publicanos, aceptaron el designio de justicia de Dios, haciéndose bautizar por el bautismo de Juan. Pero los fariseos y los escribas no aceptaron ese bautismo y frustraron, en su propio daño, el plan de Dios.
Cuando estaba creciendo, mi hermano, que es casi 15 años mayor que yo, fue (y sigue siendo) un campeón de mi vida. Mi admiración por su amabilidad, humor y gentileza solo creció cuando se convirtió en papá. Amo, amo, amo ser tía. Sin embargo, hoy puedo admitir que cuando él compartió la noticia de que iba a ser papá, mi yo de 9 años reflexionaba como, “¡O sea, hola! Todos dijeron que yo era la princesa, nadie me pidió permiso para agregar más niñas a la familia. #QueRudos."
En el Evangelio de hoy, Jesús no viene tratando de descartar a Juan, el Bautista, de la narración. Más bien, en Su ternura y Su bondad, Él afirma el propósito de Juan al dirigir su vida y misión para el Reino de Dios. Jesús aprecia y reconoce a Juan.
Mi hermano mayor actuó de manera muy similar a Jesús hacia mí en mi crisis de 9 años. En lugar de olvidarse de mí, me trajo a la redondez y compartió sus alegrías de ver crecer a sus hijos a su lado. Hoy celebro el cumpleaños número 17 de mi sobrina, Jackie. Estoy tan agradecida por su vida, su alegría y, sí, incluso su picardía. Mi hermano me invitó a descubrir una nueva parte de mí como Auntie Jocy, que consciente, bromea y aboga por sus nenes. Al igual que Juan, quiero que mi función personal sea únicamente inspirarle a ella y a mis otras sobrinas y sobrinos que conozcan, sirvan y amen al Señor.
¿Sentimos a veces que estamos siendo reemplazadas, o que comparamos nuestra vida con la de otros? Hoy, el Señor quiere afirmar nuestros espacios, nuestra singularidad, nuestra individualidad. Nadie puede servir al Señor como tú. Nadie es tan tú, como tú misma. El Señor encuentra eso abundante. Participemos de esa promesa, junto a Él.
Jocelyn Tejeda ama el Sagrado Corazón de Jesús y a Nuestra Señora de Guadalupe. Jocelyn es nativa de San Diego, con raíces familiares en Oaxaca, México. Estudió Ciencias Políticas y Sociología en la Universidad de California, Irvine. Ella tiene el privilegio de trabajar en el Ministerio Juvenil en su parroquia natal, respaldada por Los Eudistas - Congregación de Jesús y María. Le encanta ser hija, hermana, madrina y tía y espera continuar con su contribución y defensa de la justicia interseccional junto a su comunidad latina; mientras comparta alegría y viaje, ya sea por aventuras, misión o especialmente para los eventos de lucha libre, WWE.