Hace seis años, hice mi confirmación, tomando mi fe en mis propias manos. El Espíritu Santo me dio Sus dones de “sabiduría, inteligencia, consejo, fortaleza, ciencia, piedad y temor de Dios” (CCC 1831).
Desde entonces, el Espíritu Santo ha convertido mi relación con Dios de oraciones básicas a conversaciones profundas y Él me ha ayudado inmensamente en mis esfuerzos de evangelización. En el momento, no sentía al Espíritu Santo trabajando, pero viendo en retrospectiva, veo que Él hizo todo el trabajo.
Sin Él, como los apóstoles, no podemos entender lo que hace Jesús, no podemos tener una relación con Dios, no podemos convertir al mundo. Él nos enseña cómo rezar, cómo actuar y qué decir. No nos olvidemos de Él, porque Él siempre está con nosotras. “En realidad no está lejos de nosotros, ya que en él vivimos, nos movemos y somos” (Hch 17, 27-28). Él vive en nosotras y tenemos que tener la humildad para darnos cuenta que sólo Él puede convertir corazones.
Si buscas la verdad, si buscas amor verdadero, si buscas vida abundante, pídele al Espíritu Santo que te ilumine, que te dé Su vida y amor. Él es el “dador de vida” y es el amor que vive entre el Padre y Jesús (El Credo). Él quiere amarnos y darnos fuerza y gracia.
Espíritu Santo, enséñanos a seguir tu camino y tráenos a la Verdad. Danos tu amor para que podamos amar a nuestros hermanos y hermanas como Tú amas. Amén.
Alexandra Geigel vive en Centreville, Virginia y tiene padres de Guatemala y Puerto Rico. Estudia español en la universidad y es líder de un grupo de estudio bíblico para mujeres universitarias. Le encanta leer la Biblia, escribir historias, tocar su ukelele y ver películas con su familia.