“El que ama a su padre o a su madre más que a mí, no es digno de mí; el que ama a su hijo o a su hija más que a mí, no es digno de mí; y el que no toma su cruz y me sigue, no es digno de mí.” (Mt 10, 37)
Como mujeres, estamos profundamente en sintonía con las relaciones familiares. Así que las palabras de Jesús pueden perturbarnos con razón. ¡Seguro que nos llaman la atención! ¿Jesús realmente quiere decir que tenemos que amarlo más que a nuestros padres e hijos? ¿Cómo puede hacer tal demanda?
Cristo no es un narcisista que nunca puede obtener suficiente atención o afecto. La razón por la que Jesús puede exigir que lo amemos aún más que amamos a nuestra familia es porque Él es Dios. Como segundo miembro de la Santísima Trinidad, Jesús tiene todo el derecho a todo nuestro amor. Sin Dios, no tendríamos ni madre ni padre, ni hermana ni hermano, ni suegros ni hijos. Si Dios dejara de amarnos, aunque sea por un instante, dejaríamos de existir. Le debemos todo, incluso todo nuestro amor.
Pero hermanas, la hermosa verdad es que nuestro amor por nuestros padres, suegros, hijos y todos los demás en el mundo crece en proporción precisa al amor que tenemos por Dios. Cuanto más lo amamos, más nuestros corazones se llenan de amor por los demás. ¿Y cómo demostramos nuestro amor por Él? Tomamos nuestra cruz y lo seguimos. Mi cruz personal incluye el dolor por la muerte de un hijo y las elecciones de vida de otros dos. Tomo mi cruz de dolor encomendando a toda mi familia al amor y la misericordia de Dios.
Mi cruz también incluye algunas horas de insomnio. Lo tomo y sigo a Jesús escribiendo este devocional a las tres de la madrugada en lugar de enojarme porque no puedo dormir. Con cada paso cargando la cruz, la paz y gozo de Cristo crece en mí.
Querida hermana, ¿Amas a Jesús más que a nadie? ¿Qué cruz te pide nuestro Señor que tomes hoy?
Confía todo al amor y misericordia de Cristo. Su amor nunca falla.
Casada en 1976, Lani Bogart fue recibida en plena comunión con la Iglesia Católica con su esposo diácono, el Domingo de Gaudete de 1996. Recientemente se mudó de Phoenix a Houston, donde su familia le brinda una alegría inexpresable y continúa enseñándole la importancia de conocer y amar a Jesús. Lani se deleita con las flores, la música y las risas de familiares y amigos.