Memoria de San Alfonso María de Ligorio, obispo y doctor de la Iglesia
Lectionary: 404
Primera lectura
Esto es lo que el Señor me dijo: “Jeremías, ve a la casa del alfarero y ahí te haré oír mis palabras”.
Fui, pues, a la casa del alfarero y lo hallé trabajando en su torno. Cuando se le estropeaba la vasija que estaba modelando, volvía a hacer otra con el mismo barro, como mejor le parecía.
Entonces el Señor me dijo: “¿Acaso no puedo hacer yo con ustedes, casa de Israel, lo mismo que hace este alfarero? Como está el barro en las manos del alfarero, así ustedes, casa de Israel, están en mis manos”.
Salmo Responsorial
R. (5a) Dichoso el que espera en el Señor.
Alaba, alma mía, al Señor:
alabaré al Señor toda mi vida;
tocaré y cantaré para mi Dios,
mientras yo exista. R.
R. Dichoso el que espera en el Señor.
No pongas tu confianza en los que mandan
Ni en el mortal, que no puede salvarte;
pues cuando mueren, se convierten en polvo
y ese mismo día se acaban sus proyectos. R.
R. Dichoso el que espera en el Señor.
Dichoso aquel que es auxiliado
por el Dios de Jacob
y pone su esperanza
en el Señor, su Dios,
que hizo el cielo y la tierra,
el mar y cuanto el mar encierra. R.
R. Dichoso el que espera en el Señor.
Aclamación antes del Evangelio
R. Aleluya, aleluya.
Abre, Señor, nuestros corazones
para que comprendamos las palabras de tu Hijo.
R. Aleluya.
Evangelio
En aquel tiempo, Jesús dijo a la multitud: “El Reino de los cielos se parece también a la red que los pescadores echan en el mar y recoge toda clase de peces. Cuando se llena la red, los pescadores la sacan a la playa y se sientan a escoger los pescados; ponen los buenos en canastos y tiran los malos. Lo mismo sucederá al final de los tiempos: vendrán los ángeles, separarán a los malos de los buenos y los arrojarán al horno encendido. Allí será el llanto y la desesperación.
¿Han entendido todo esto?’’ Ellos le contestaron: “Sí”. Entonces él les dijo: “Por eso, todo escriba instruido en las cosas del Reino de los cielos es semejante al padre de familia, que va sacando de su tesoro cosas nuevas y cosas antiguas”.
Y cuando acabó de decir estas parábolas, Jesús se marchó de allí.
“Que de igual manera brille la luz de ustedes ante los hombres, para que viendo las buenas obras que ustedes hacen, den gloria a su Padre, que está en los cielos.” // Mateo 5: 16
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Los textos de la Sagrada Escritura utilizados en esta obra han sido tomados de los Leccionarios I, II y III, propiedad de la Comisión Episcopal de Pastoral Litúrgica de la Conferencia Episcopal Mexicana, copyright © 1987, quinta edición de septiembre de 2004. Utilizados con permiso. Todos los derechos reservados. Debido a cuestiones de permisos de impresión, los Salmos Responsoriales que se incluyen aquí son los del Leccionario que se utiliza en México. Su parroquia podría usar un texto diferente.
Recuerdo haber llamado a mi madre desde la cocina de mi apartamento muchas veces cuando estaba recién casada. “Mamá, ¿me puede dar la receta de sus enchiladas?”, “¿Cómo hago el arroz?”, “¿Por qué mi comida no sale como la suya?” Mi esposo fue muy amable al pensar que cada comida que yo preparaba era la mejor, incluso cuando no lo era.
Durante mucho tiempo, no quise fallar y a menudo comparaba mis esfuerzos con los de mi madre (lo cual era una locura porque ella es cocinera profesional y lo ha sido la mayor parte de mi vida). Poco a poco, comencé a encontrar mi confianza en la cocina. Me di cuenta de que tuve que encontrar mi propio sazón en la cocina, es decir, encontrar mi confianza y propio sabor a la comida. Encontré maneras de hacer mías las comidas sin dejar de incorporar los fundamentos y reglas de la cocina que me enseñó mi madre.
El Evangelio de hoy es una oportunidad para reflexionar sobre la importancia de la sal. Sólo pierde su valor cuando pierde el sabor. También con la luz, su función es brillar. Si se tapa pierde su función. Te pregunto, ¿Has perdido tu sabor o has tenido situaciones en tu vida que te han hecho ocultar el brillo de tu luz? Cristo quiere que vivas en libertad, con la seguridad de quién fuiste creada para ser. Pídele ayuda para compartir tu luz de nuevo.
Hermana, cuando tenemos la confianza de ser quienes fuimos creadas para ser y hacer las cosas que nos sentimos llamadas a hacer, glorificamos al Señor. Que nunca pierdas tu sazón y que tu luz brille intensamente.
Señor, danos la confianza de ser quienes nos has creado para ser.