“Tus pecados son perdonados, pero las consecuencias de tus pecados son reales y sus efectos continúan causando dolor aún después de ser perdonada”, me dijo una joven pocos años después de mi conversión.
Yo tenía la impresión de que como Jesús ya me había perdonado, todo era soles y arcoiris, y nunca pensé en las consecuencias de mis pecados. Sus palabras me dolieron, y me enojé con ella y le dije que la misericordia de Dios era tan grande que Él podía restaurar todas las cosas. Yo ya me había confesado y todo estaba resuelto. Ahora era una nueva creación y nada de lo que había pasado antes importaba. ¿Cómo podía esta joven ser tan dura de corazón? Esta verdad me clavó el corazón, pero pronto, durante la adoración, comencé a ver claramente los efectos que habían causado mis pecados en otras personas. Mi corazón se partió al caer en cuenta como habían sufrido muchas personas por mis acciones.
Pero ahí mismo, descubrí un amor aún más grande de Jesús. Él me amaba infinitamente, a pesar de las terribles consecuencias que mis pecados habían causado. A pesar de que otras personas seguían sufriendo gracias a mi, Jesús me amaba, y me perdonaba aunque no cambiaba los resultados de mis acciones. Entonces, ahí me enamoré más de Él, ¡y quise compartir su amor con todos!
La alegría más grande de mi corazón es ir al mundo y llevar el amor de Jesús. He tenido la oportunidad de ser misionera varias veces, incluyendo dos años que le entregué a mi vida al Señor para ir en misión. Ahí, vi todos los trabajos de Dios, y su amor llegando y transformando muchos corazones. A la misma vez, el amor muchas veces viene atado a la verdad. La verdad es difícil de escuchar, porque muchas veces nos pide que cambiemos hábitos y/o ideas a las que nos hemos apegado. Es como un espejo que nos muestra un reflejo exactamente como somos, donde de repente vemos cosas que no queremos ver. A veces la verdad es tan fuerte que nos enoja y la rechazamos porque preferimos pelear ante ella que aceptar que lo que hacemos está mal y nos está lastimando (a nosotras mismas o a otros).
Hoy, el Señor nos avisa que al ser enviados al mundo, muchas veces nos van a odiar por vivir la vida como Él nos pide que la vivamos. Es fácil caer en proclamar el amor de Dios y aguar su verdad para “atraer a más almas a Él”, porque algunas verdades son demasiado difíciles. Pero las lecturas de hoy nos recuerdan que vendrán contra nosotras como lobos, y el mismo Jesús hace una oración sobre nosotras para protegernos.
Señor, te pedimos que nos muestres el equilibrio entre tu misericordia amorosa y tu verdad. Ayúdanos a ir al mundo a proclamar tu amor, pero sin temer ser odiados por tu verdad. Ayúdanos a ser valientes cuando debemos proclamar algo difícil, pero también ayúdanos a saber cuando alguien necesita más al mensaje de misericordia. En los momentos que nos rechacen por ti, acogenos y guárdanos en tu corazón para que podamos sentir tu paz en estos momentos difíciles.
Natalia DuTeau fue una joven rebelde a quien Jesús conquistó y le cambió la vida. Ahora es una maestra licenciada convertida en mamá “homeschooler” (escuela en casa). Junto a su esposo Americano, intentan criar a sus 4 hijos bilingües y biculturales transmitiendoles la cultura latina viviendo en el norte de GA. Puedes encontrarla hablando en español mientras hace caminatas por el bosque con sus niños, tomando café (después de todo es colombiana), leyéndole a sus pequeños, bailando, o cantando y tocando guitarra.
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