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La primera lectura nos habla de la alegoría que narra el drama del pecado original. En una alegoría sabemos que la historia es sólo un medio para transmitir una verdad y lo importante es el mensaje que conlleva. Cuando Adán y Eva desobedecen a Dios, se les abren los ojos y se dan cuenta de que están desnudos, se sienten avergonzados y quieren esconderse. Esto me llamó mucho la atención porque yo también, alguna vez, he sentido algo semejante. Tras cometer algún error, la realización de haber fallado es tan vergonzosa que uno siente deseos de alejarse, quizá porque no se siente digno de estar cerca de Dios.
Pero esta lectura me dejó ver que esto de alejarse es totalmente innecesario y contraproducente. Dios sabe que fallamos y aún así nos busca y sale a nuestro encuentro. En medio de nuestro pecado, nos rescata y restituye. No porque merezcamos su perdón sino porque nos ama infinitamente.
La desnudez de la que se percataron y avergonzaron Adán y Eva representa nuestras limitaciones y carencias. Cuando ellos, que representan a toda la humanidad, estaban en armonía con Dios, no estaban agobiados por esa carencia porque dependían de Dios. Pero al separarse de Él, ésta se vuelve evidente y les causa dolor y pena. Así nos pasa a todos cuando nos alejamos de Él, pero Dios, que nos conoce a cada uno personalmente, nos envió a su único Hijo y nos dejó el sacramento de la reconciliación, para que sepamos que la vergüenza de nuestros errores no tiene la última palabra. Él desea que volvamos a estar en armonía con Él, porque nuestras limitaciones, cuando estamos unidos a Dios, dejan de ser tan evidentes.
Teresa Salmerón nació en la Ciudad de México, donde creció en una familia católica practicante y donde formó la suya propia. Ha tenido la oportunidad de vivir en varios países como Chile, Venezuela, México y Estados Unidos. Actualmente reside en Ohio, donde ha vivido desde hace 11 años y donde trabaja como traductora y maestra de español. Teresa tiene 3 hijos adultos a los que ama profundamente. Dos de ellos acaban de recibir el Sacramento del Matrimonio. Para Teresa, su Fe Católica es muy importante: ha sido catequista y facilita el estudio Bíblico de un grupo de mujeres de su parroquia. A Teresa le gusta mucho bailar, leer, cocinar y convivir con su familia y amigos; y se siente profundamente agradecida por el infinito amor de Dios.