Jueves de la primera semana de Adviento, Lectionary: 178
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Primera Lectura Is 26, 1-6
Aquel día se cantará este canto en el país de Judá:
“Tenemos una ciudad fuerte;
ha puesto el Señor, para salvarla,
murallas y baluartes.
Abran las puertas para que entre el pueblo justo,
el que se mantiene fiel,
el de ánimo firme para conservar la paz,
porque en ti confió.
Confíen siempre en el Señor,
porque el Señor es nuestra fortaleza para siempre;
porque él doblegó a los que habitaban en la altura;
a la ciudad excelsa la humilló,
la humilló hasta el suelo,
la arrojó hasta el polvo
donde la pisan los pies, los pies
de los humildes,
los pasos de los pobres”.
Salmo Responsorial
Sal 117, 1. 8-9. 19-21. 25-27a.
R.(26a) Bendito el que viene en nombre del Señor.
Te damos gracias, Señor, porque eres bueno,
porque tu misericordia es eterna.
Más vale refugiarse en el Señor
que poner en los hombres la confianza;
más vale refugiarse en el Señor,
que buscar con los fuertes una alianza.
R. Bendito el que viene en nombre del Señor.
Ábranme las puertas del templo,
que quiero entrar a dar gracias a Dios.
Ésta es la puerta del Señor
y por ella entrarán los que le viven fieles.
Te doy gracias, Señor, pues me escuchaste
y fuiste para mí la salvación.
R. Bendito el que viene en nombre del Señor.
Libéranos, Señor, y danos tu victoria.
Bendito el que viene en nombre del Señor.
Que Dios desde su templo nos bendiga.
Que el Señor, nuestro Dios, nos ilumine.
R. Bendito el que viene en nombre del Señor.
Aclamación antes del Evangelio
R. Aleluya, aleluya.
Busquen al Señor mientras lo pueden encontrar,
invóquenlo mientras está cerca.
R. Aleluya.
Evangelio Mt 7, 21. 24-27
En aquel tiempo, Jesús dijo a sus discípulos: “No todo el que me diga: ‘¡Señor, Señor!’, entrará en el Reino de los cielos, sino el que cumpla la voluntad de mi Padre, que está en los cielos.
El que escucha estas palabras mías y las pone en práctica, se parece a un hombre prudente, que edificó su casa sobre roca. Vino la lluvia, bajaron las crecientes, se desataron los vientos y dieron contra aquella casa; pero no se cayó, porque estaba construida sobre roca.
El que escucha estas palabras mías y no las pone en práctica, se parece a un hombre imprudente, que edificó su casa sobre arena. Vino la lluvia, bajaron las crecientes, se desataron los vientos, dieron contra aquella casa y la arrasaron completamente’’.
Una de mis cosas favoritas para hacer con mi esposo y mis hijos durante la cuarentena cuando queríamos tomar un poco de aire fresco era ir a dar una vuelta. Usualmente terminamos en el mismo destino: nuestra casa que se estaba construyendo a unos 20 minutos del pequeño apartamento que nuestra familia de cinco había comenzado a dejar pequeño. Puedes imaginar lo emocionados que estábamos de ver el progreso. Debo admitir que hubo momentos en los que me impaciente y sentí que no se estaba progresando. "¿No se veía así la semana pasada?" "¿Cuál es el retraso ahora?" Mi esposo hizo todo lo posible para asegurarme que todo esto era parte del proceso y una vez que se establecieron los cimientos, el resto pasaría muy rápido.
Hubo un día en que mis hijos esperaban ansiosamente desde el asiento trasero porque parecía que estábamos viendo progreso. Mi esposo tomó la botellita de agua bendita y comenzó a bendecir el suelo, los cimientos y hasta oró por los obreros que seguirán trabajando en nuestra casa. Un año y medio después, hemos hecho de esta casa un hogar. ¡La base que se estableció no pudo haber sido apresurada! Necesitábamos que fuera seguro para soportar los elementos y las condiciones climáticas extremas de la soleada Arizona. Necesitábamos un refugio en el que pudiéramos confiar.
Y así es con el evangelio de hoy. Podemos proclamar y llamar a Jesús nuestro Señor, a veces nos podemos poner impacientes esperando respuesta a una oración, pero hasta que no nos sometamos a hacer de Él nuestro fundamento, no podremos resistir los desafíos de este mundo. Dios no promete una vida fácil ni promete que no tendremos batallas. Nuestro Dios nos asegura que sería sabio de nuestra parte escuchar Sus palabras y actuar en consecuencia. Hermanas, durante este tiempo de Adviento, pido paciencia para que nosotras escuchemos Su voz y discernamos lo que Él nos llama a hacer. Esta disciplina nos ayudará a perseverar a lo largo de la vida con Cristo como nuestro fundamento firme.