Hace algunas semanas tuve la fortuna de visitar Tierra Santa y, justo unos días antes, rezaba desesperadamente preguntándole a Dios dónde estaba. Me encontraba tan cegada que era incapaz de ver más allá de mí misma.
Cuando llegué a Jerusalén y pude pisar por donde Jesús pisaba, mis dudas se iban desvaneciendo. Sorprendentemente, lo que me hizo "ver" a Dios no fue el sepulcro vacío o la piedra de la agonía, fue algo mucho más sencillo.
Tenemos la suerte de encontrarnos con Jesús cara a cara, oculto y a la vez presente en la Eucaristía. La creación también tiene chispas de su Creador. Dios está presente en cada corazón. Cuando fui capaz de dejar de mirarme a mí misma y elevar la mirada, pude encontrarme con Jesús en lo sencillo. Santa Catalina de Siena decía: "Cuanto más busco, más encuentro, y cuanto más encuentro más Te busco". Y así es como funciona: si crees, si buscas, si confías, comienzas a verlo y a encontrarlo. Aunque estés en un momento en el que le preguntes a Dios dónde está, no dejes de buscarlo.
Hoy celebramos a Tomás el apóstol. Seguramente lo primero que nos viene a la cabeza es su incredulidad. Pero hay que recordar las palabras que dice una vez que ve a Jesús: "¡Señor mío y Dios mío!". Con estas palabras, Tomás reconoce la divinidad de Jesús. La fe consiste en perseverar a pesar de las dudas. Creer en lo que sabes aunque no lo veas. Confiar aunque no lo entiendas. Dios está contigo y te está escuchando.
Hoy le pido a Jesús que no nos cansemos de buscarlo y, cuando lo encontremos, podamos proclamar: "¡Señor mío y Dios mío, creo pero aumenta mi fe!"
Elisa Gómez es una joven española que ha sido transformada por el amor. Es la mayor de 5 hermanos y está estudiando Derecho y Relaciones Internacionales. Tiene una gran pasión de ayudar a los demás y dedica gran parte de su tiempo al voluntariado. Le fascina la belleza cada atardecer y la música. Al igual que “el amor le explicó todo”, quiere llevar ese amor a todos los que la rodean.