“El que los escucha a ustedes, a mí me escucha; el que los rechaza a ustedes, a mí me rechaza y el que me rechaza a mí, rechaza al que me ha enviado". (Lucas 10,16)
Desde que somos niñas, nuestra voluntad se va formando. Recuerdo siendo pequeña escuchar los consejos de mi mamá o de mis familiares diciéndome que esto es mejor que eso o que no hagas eso que te puedes caer o golpear, etc. Creo que todas, siendo niñas o adolescentes, hemos creído en muchas ocasiones que hacer nuestra voluntad es la mejor opción. A veces, no queremos escuchar lo que otras personas nos dicen. Pero con los años aprendemos que los consejos recibidos pueden ser adecuados o no; y es nuestro discernimiento el que nos llevará a tomar la decisión correcta.
Con esta idea y reflexionando sobre el Evangelio del día de hoy, me pregunto: “¿Cuántas veces yo no he escuchado lo que el Señor me está diciendo?, o ¿cuántas veces lo he rechazado y no me he dado cuenta?” Nuestras vidas están finamente diseñadas por el Señor para poder percibir Su Santo Espíritu, si prestamos atención. Ahora la gran interrogante es: ¿Cómo puedo afinar mi oído para escucharlo mejor?
Leyendo un poco sobre Santa Catalina de Génova en sus reflexiones sobre el libre albedrío, ella nos dice, “A cada uno se le otorga gracia y luz suficiente para que, haciendo lo que está a su alcance, pueda salvarse, solo dando su consentimiento a la obra de Dios […] Dios hace casi todo, habiendo consentimiento por parte del hombre. Si este se deja conducir, Dios lo conduce y lo encamina a la perfección que le tiene destinada.”
Hermanas, siguiendo los consejos de Santa Catalina, hoy nos invito a darle consentimiento a Dios para que nos otorgue la gracia de escucharlo y caminar en Su voluntad. El día de hoy démosle al Señor, en el silencio de nuestros corazones, total consentimiento para que obre en nuestras vidas y Su voluntad sea clara a nuestros ojos.
// Clara Holeyfield nació y vivió hasta los 28 años en su amado Perú, donde su familia y educación le enseñaron a amar a nuestro Señor y a la virgen María, a quien ella llama "Mamita". Clara es traductora y docente de inglés como segunda lengua. Actualmente, ella reside en Arizona, Estados Unidos con su esposo Samuel, con quien cada día anhelan y se esfuerzan por poner siempre primero a Jesucristo en su día a día. El rosario los ha acompañado desde el inicio de su relación y la consagración a María ha sido una de las mejores decisiones que ambos hayan tomado.