En la primera lectura se relata cómo, después de la sanación milagrosa del paralítico, él no se les despegaba a los apóstoles y la multitud lo miraba. Cuando personas conocidas tienen encuentros íntimos con el Señor, deberíamos alegrarnos y compartir en nuestras bendiciones pero la realidad no siempre es así. A veces, como la multitud, surgen dudas. Puede que empecemos a compararnos o recordar oraciones similares en las cuales sentimos que el Señor nos ha ignorado. Podemos culparnos por no haber orado lo suficiente o pedido intercesión del santo “correcto”.
Pedro nos pregunta, ¿Por qué les causa admiración esto y por qué nos miran de ese modo, como si por nuestro poder o nuestra virtud hubiéramos hecho andar a este hombre? (Hechos 3:12). La incredulidad y miradas de la multitud, igual que las de nosotras, destaca que aún no sabemos quién es Él, ni quienes somos para Él.
Él es un buen padre y nosotras sus hijas amadas. Es difícil aceptar que el Dios del universo nos ama cuando nos sentimos incompletas o indignadas por peticiones sin respuestas. Aun así, cuando no entendemos y pensamos que tenemos que ingeniar maneras nuevas para recibir su amor, Él nos ve con su mirada cariñosa y nos responde ¿Por qué surgen dudas en su interior? Miren mis manos y mis pies. Soy yo en persona, tóquenme y convénzase… (Lucas 24: 38-39).
La invitación para no despegarnos y aceptarlo está ahí. No sólo tenemos que hacer más cosas virtuosas para ganar su amor, simplemente tenemos que recibirlo a Él. Su presencia, gracia y voluntad son regalos. Y unidas a Él, pedimos la gracia y fortaleza para vivir plenamente los dones que recibimos con gratitud y amor. Sus brazos están listos para acogernos y pide que nuestros corazones estén dispuestos para creerlo completamente convencidas y sin reservas. (Lucas 24, 48).
Joanna nació en Venezuela y se crió en Miami donde aprendió a hablar “fluent Spanglish”. Le encanta la belleza y es dueña de una tienda de prendas católicas llamada Jésed & Company (https://www.jesedandco.com). Conoció a sus dos mejores amigas, Santa Teresita de Jesús y Santa Faustina, durante una misión en Haití y desde ese entonces su vida cambió. Próximamente, va a servir como misionera con NET Ireland. Para apoyarla en misión haz click aquí (https://www.netministries.ie/missionaries/joanna-valencia).