“Ten compasión de mí, pues clamo a ti, Dios mío, todo el dia….” (Salmo 85, 3)
No puedo contar las veces que le he pedido al Señor que tenga compasión de mí. Muchas veces siento que soy demasiado o necesito mucho de Él, especialmente cuando le estoy sirviendo. Me siento tan pequeña y frustrada que mis propios sentimientos hacen que clame al señor sin cesar. En estos momentos, en vez de entrar más profundamente en mi pobreza espiritual, quiero correr y estar lejos de mi propia mente y corazón.
Me gusta pensar que en la primera lectura de hoy, Jonás estaba teniendo uno de esos días… o quizás una temporada. Una de esas etapas donde se preguntaba por qué había respondido al llamado del Señor a ser profeta. Los capítulos anteriores nos revelan que Jonás no llegó a Nínive fácilmente. Tuvo que lidiar con sus sentimientos durante el proceso, aunque aceptó el plan de Dios. Jonás siguió luchando contra Dios y sí mismo. Incluso llegó a decirle al Señor que prefería morir a vivir (Jonás 4, 3).
Al principio pensé que era un comportamiento malcriado. Pensé que porque le había dicho “Si” a Dios no tenía derecho a quejarse, pero después de reflexionar un poco más veo la belleza de su respuesta. A pesar de su corazón y mente frustrada, Jonás sigue participando en el plan de Dios, sigue dando sus frustraciones con honestidad radical al Señor y participa en Su plan. Papá Dios no quiere soldados que sólo sigan Sus órdenes sino hijos que le entreguen sus corazones (y hasta mal genio) para poder tener una relación auténtica con Él.
Hermanas, hoy las invito a reflexionar en las partes de su vida donde están frustradas o bravas; esas partes donde le hemos dicho “Si” al Señor pero seguimos batallando. Vamos a decirle todo, incluso si estamos molestas. Pero a la misma vez que roguemos que “tenga compasión" (Salmo 85, 3), nos enseñe como Su plan siempre es más grande.
Como Jonás, Él nos llamará a un estándar más alto. Si le pedimos que tenga compasión de nosotras, nos dará la gracia para seguir obedeciendo y creciendo. Dios nos ama demasiado para dejarnos con corazones pequeños.
// Joanna nació en Venezuela y se crió en Miami donde aprendió a hablar “fluent Spanglish”. Conoció a sus dos mejores amigas, Santa Teresita de Jesús y Santa Faustina, durante una misión en Haití y desde ese entonces su vida cambió. Próximamente, va a servir como misionera con NET Ireland. Para apoyarla en la misión haz click aquí (https://www.netministries.ie/missionaries/joanna-valencia).