“Amo al Señor porque escucha el clamor de mi plegaria” (Salmo 114)
He estado yendo con un sacerdote para hacer oración a causa de algunos eventos que han impactado grandemente mi vida.
En una de esas visitas, el sacerdote dijo algo que me llamó mucho la atención durante la oración: “Ruégale que te sane”.
En particular fue la palabra “ruégale” que me llamó mucho la atención. El salmo de hoy me recordó a ese momento, “Amo al Señor porque escucha el clamor de mi plegaria” (Salmo 114,1). Una de las definiciones de la palabra “clamor”, según la Real Academia Española, es “Voz lastimosa que indica aflicción o pasión de ánimo.”
Me di cuenta de que había dejado de pedirle a Dios algunas cosas, dejé de pedirlas por falta de ánimo y cansancio al ver que las cosas no mejoraron como yo pensaba que deberían mejorar.
Después de ese día empecé a rogarle a Dios por esas cosas que había dejado de pedir. No voy a mentir, primeramente lo hice sólo porque el sacerdote me lo dijo, sin saber exactamente lo que significaba o lo que estaba haciendo. Lo hice por obediencia. Después me interesé más en la idea y empecé a rogarle como una niña ruega a su madre o a su padre por lo que quiere.
Los niños les insisten a sus padres porque ven a sus padres como proveedores, así como lo es Dios. Pedir no significa que vayamos a obtener lo que queramos, Dios nos da según su voluntad y lo que vaya a ayudar a nuestra santidad.
Hermana, hoy te invito a que vuelvas a rogarle al Señor por esas cosas que has dejado de pedir por falta de ánimo y por cansancio, confiando que el Padre proveerá lo que necesitas.
Dulce Aguirre creció como católica “por cultura” y se encontró, dulcemente, por primera vez cara a cara con el Señor durante un ensayo en el coro de su parroquia a la edad de 14 años. Ha sido la única católica practicante en su familia desde ese tiempo (hasta hace poco). Su modo de oración favorito es cantar y tocar la guitarra. Le encanta caminar en los parques y ver la belleza de la naturaleza, especialmente sentir el aire bajo la sombra de los árboles. Sus santos favoritos son el Padre Pio, Santa Faustina, San Rafael Arcangel, Santa Hildegarda de Bingen y San Ignacio de Loyola.