“Señor, consérvame en tu paz” (Salmo 130)
Al leer las lecturas de hoy, pensé en lo fácil que pecar puede llegar a ser si no estamos atentas al Espíritu.
Como cristianas, cuando pecamos, no creo que nuestra intención inicial sea hacer el mal. Sin embargo, hay hábitos que nos pueden llevar a pecar o por tomar parte en ellos, hace que sea más difícil ser sensible a la voz del Espíritu, que siempre nos inspira a lo santo y a lo bueno.
Como los sacerdotes en el libro de Malaquías en el antiguo testamento, a veces nosotras nos apartamos del camino del Señor y hacemos que otros tropiecen.
Como los fariseos y escribas que se sientan en la cátedra de Moisés en el nuevo testamento, a veces nosotras también nos ensalzamos. Esto quizás pueda suceder en un ministerio del que formamos parte, por ejemplo, querer tener la última palabra sin ser la persona encargada, o quizás nos ofendamos fácilmente con el comportamiento de otro y por orgullo, nos enojamos.
Hay infinidades de cosas que nos pueden llevar hacia el pecado si no estamos atentas, hermana.
El salmo nos muestra como se ve un alma en paz: sin ambición, sin soberbia, sin pretender grandes cosas que superan nuestros alcances, sino tranquila y en silencio como un niño recién nacido amamantado en los brazos maternos.
La santidad puede parecer muy difícil de alcanzar, pero no seamos como los sacerdotes del antiguo testamento o los fariseos y escribas que no siguieron el camino del Señor. Seamos como una niña recién amamantada en los brazos maternos que se mantiene tranquila y en silencio por perseguir los caminos del Señor.
// Dulce Aguirre creció como católica “por cultura” y se encontró, dulcemente, por primera vez cara a cara con el Señor durante un ensayo en el coro de su parroquia a la edad de 14 años. Ha sido la única católica practicante en su familia desde ese tiempo (hasta hace poco). Su modo de oración favorito es cantar y tocar la guitarra. Le encanta caminar en los parques y ver la belleza de la naturaleza, especialmente sentir el aire bajo la sombra de los árboles. Sus santos favoritos son Padre Pio, Santa Faustina, San Rafael Arcangel, Santa Hildegarda de Bingen y San Ignacio de Loyola.