En aquel tiempo, estaba Juan el Bautista con dos de sus discípulos, y fijando los ojos en Jesús, que pasaba, dijo: “Éste es el Cordero de Dios”. (Juan 1, 35)
En la sociedad materialista en que vivimos, a veces podemos sentir que las relaciones que tenemos son completamente interesadas. ¿En qué puedo servir yo para ti? ¿Te doy conexiones, te ayudo a pasar un buen rato, te hago sentir bien de ti misma, te invito a eventos divertidos? Todas estas relaciones superficiales están basadas en algo utilitario, en un “¿qué puedes ganar tú de mí?”
Por eso, a veces, es fácil ponerle esta mentalidad utilitaria a Jesús. ¿Qué puedo ganar yo de Él? La salvación, ir al cielo, paz, que cumpla los deseos más profundos de mi alma, que sane a un ser querido enfermo, que resuelva mis problemas, que encuentre un esposo, etc. Obviamente Jesús quiere hacer todo esto para nosotras, porque nos ama más que nada en el mundo. Pero sobre todo nos está llamando a una relación más íntima con Él.
En las lecturas de hoy, Juan Bautista apunta a Jesús y dice, “Este es el cordero de Dios”; es decir, Aquel que vino al mundo para volverse el sacrificio perfecto, sufriendo y muriendo por nosotros. Al oír esto, los dos discípulos decidieron seguir a Jesús. ¿Por qué lo siguieron?
Hermana, hoy te invito a que cierres los ojos y te imagines esta escena: Acabas de escuchar que Jesús es el Cordero de Dios. ¿Crees que esto es verdad? ¿Confías en las palabras de Juan Bautista? ¿Qué significa ser el Cordero de Dios?
Entonces ahora es tu oportunidad de decidir si quieres seguirlo. Jesús te dice, “¿Qué buscas?” Respira, cierra los ojos y toma un tiempo para responderle. ¿Qué buscas, hermana? ¿Por qué estás aquí leyendo este devocional hoy, tomando este tiempo con Jesús? Deja que Sus palabras penetren tu ser. ¿Qué buscas? Entonces, abrele tu corazón y cuéntale porque estás aquí, con Él.
Ahora, sí estás lista, síguelo, atrévete a ver dónde vive, quién es Él, aparte de lo que Él puede hacer por ti. Así, Él te contesta, “Ven y verás.”
// Natalia DuTeau fue una joven rebelde a quien Jesús conquistó y le cambió la vida. Ahora es una maestra licenciada convertida en mamá “homeschooler” (escuela en casa). Junto a su esposo Americano, intentan criar a sus 4 hijos bilingües y biculturales transmitiendoles la cultura latina viviendo en el norte de GA. Puedes encontrarla hablando en español mientras hace caminatas por el bosque con sus niños, tomando café (después de todo es colombiana), leyéndole a sus pequeños, bailando, o cantando y tocando guitarra.