A los sacerdotes de nuestra iglesia:
Por las veces que te quedaste más tiempo para escuchar nuestras confesiones, gracias.
Por las veces que has defendido y amado a la Iglesia, gracias.
Por las veces que te has quedado más tiempo sirviéndonos a pesar de lo agotados que estabas, gracias.
Por las veces que nos has corregido, guiado, y aconsejado, gracias.
Por las veces que nos encontraste en nuestro sufrimiento y agonía, gracias.
Por traernos a Cristo, gracias.
Nunca olvidaré las palabras de un sacerdote que personalmente cambió mi vida:
"Toda mi vida por el resto de mi vida" me dijo una vez después de que le di las gracias por todo lo que ha hecho por mí.
Iglesia, estamos llamados a amar, servir, y proteger a nuestros sacerdotes. Fueron elegidos personalmente por el Señor para cuidar de sus ovejas.
Estos hombres han dado su vida por el Señor y su iglesia, agradezcámosles.
¡San Juan Vianney, ruega por nosotros!