Como madre, sé la importancia y trascendencia que tiene el escuchar a los hijos. Prestar oídos a sus anhelos y planes, a sus luchas y dudas, a sus sueños y preocupaciones, y a todo lo que ilumina o estruja su corazón.
En estos últimos días mis padres han venido a visitarme y me ha tocado, como hija, la dicha de ser escuchada. Mi madre, que tiene los oídos más dispuestos que conozco, que me conoce a fondo y que intuye los recovecos de mi corazón, ha escuchado, como lo hago yo con mis propios hijos, muchos de los anhelos, ilusiones y preocupaciones que se anidan en mi alma.
La paz que resulta de saberse escuchada y comprendida tiene efectos sanadores y extraordinarios. Por esta razón, cuando en el Evangelio de hoy, aquella mujer es finalmente escuchada por Jesús, mi alma encontró descanso.
Hermanas, nuestro Señor Jesús es así, como una madre o un padre que anhela escuchar todos nuestros sentimientos, aún cuando ello implique un esfuerzo extraordinario de nuestra parte para manifestarlos. Él conoce nuestras necesidades pero desea que se las expresemos, incluso con tenacidad. Quiere saber de todas nuestras luces e incluso de todas nuestras sombras. No nos juzga ni nos reprueba y aunque nos conoce a fondo, quiere escucharlo todo acerca de nosotros; para luego, de formas sutiles y altamente creativas, darnos señales y sanarnos poco a poco. Sintámonos pues en confianza para hablarle de lo que hay en nuestro corazón, de invitarlo a echarle un vistazo a nuestros sentimientos e ilusiones. La oración no es otra cosa que una conversación llena de intimidad y confianza.
Si la escucha de una madre o padre terrenal puede tener efectos tan reconfortantes, cuánto más recibirá nuestro corazón de la amorosa escucha del Rey del universo.
// Teresa Salmerón nació en la Ciudad de México, donde creció en una familia católica practicante y donde formó la suya propia. Ha tenido la oportunidad de vivir en varios países como Chile, Venezuela, México y Estados Unidos. Actualmente reside en Ohio, donde ha vivido desde hace 12 años y donde trabaja como traductora y maestra de español. Teresa tiene 3 hijos adultos a los que ama profundamente. Ha sido catequista y actualmente facilita un estudio bíblico de un grupo de mujeres de su parroquia. A Teresa le gusta mucho bailar, leer, cocinar y convivir con su familia y amigos; y se siente profundamente agradecida por el infinito amor de Dios.