“Todo ser viviente que se mueva por donde pasa el torrente, vivirá…” (Ezequiel 47, 9)
Una vez, un padre me dio para penitencia tomar un vaso de agua. Dijo: “Quiero que vayas a tu casa y quiero que tomes un vaso de agua muy grande – en silencio y con calma – e imagínalo corriendo por tu cuerpo, sanando tus heridas desde adentro. Reflexiona en eso.”
Desde entonces mi relación con el agua ha cambiado. Si estoy luchando por algo, me baño, rezo, y a veces lloro. El agua me ayuda a rezar más profundamente a veces. Pues, es uno de los símbolos del Espíritu Santo, ¿no?
En cada lectura de hoy, Dios nos habla del poder que puede tener el agua. Puede darnos vida por toda la vida que da a las criaturas que viven en el, por todas las plantas que les da vida también. Y nos puede sanar. El agua aparece varias veces en las escrituras: en las parábolas, en el bautismo de Jesús, y también en varios milagros de Jesús.
El agua es una bendición de Dios que nos refresca el cuerpo y la mente, que nos da vida, y que nos puede sanar. A muchas de nosotras no nos gusta la lluvia, pero para un sembrador, la lluvia le da vida. Una lágrima puede significar dolor, tristeza, o hasta alegría, pero las lágrimas son parte de la vida. También son una bendición – es parte de la sanación. Hay que pasar por el río para llegar al otro lado – al lado donde está Dios, esperándonos.
Hermana, te invito a que en el día de hoy tomes un momento para contemplar el poder del agua en tu vida. Bebiendo un vaso grande de agua como yo o quizás lavándote las manos, pídele al Señor que venga a tu vida como esa agua refrescante y sanadora.
// Jacqueline Sevier es esposa, hija amada de Dios, y futura mamá. Vive en Tyrone, GA con su esposo y están esperando con mucha emoción a su primer bebe el año que viene. Aunque creció en escuelas católicas, no fue hasta finales de su tiempo en universidad que tuvo una conversión de corazón, y empezó a redirigir su vida hacia Dios. Es cantante y canta en el coro de su parroquia, donde conoció a su esposo. Ha aprendido mucho de la comunidad hispana de su parroquia, que apenas empezó a conocer cuando conoció a su esposo. En su tiempo libre, le gusta sentarse en un café tomándose un cafecito, cocinar con su esposo, comer tacos, y cantar (siempre).