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El Evangelio de hoy me trajo un cálido recuerdo de mi padre, quien se dedicó al diseño y construcción de casas. Él me explicaba lo que era la piedra angular en un arco de medio punto: “Es la piedra más importante, justo la del centro, la que permite al arco mantenerse en pie”, me decía.
Con esto en mente, observo lo que se toma como importante en la época en la que vivo. El mundo de hoy desecha fácilmente los valores del Evangelio y da más importancia a la estabilidad económica, al estatus, a la fama, a la autorrealización, al éxito profesional, a la presencia en redes sociales o al bienestar, entre muchos otros. Todas estas cosas son buenas y deseables, sin duda, pero el problema viene cuando las colocamos como piedras angulares en nuestra vida y pretendemos que sean esos valores lo que sostengan nuestro arco de existencia.
Hoy, el Evangelio me recuerda que sólo Jesús es la verdadera piedra angular. Que cuando es Él el centro de mi arco, éste no se cae aunque la tierra tiemble. Los demás valores pueden ser otras piedras a perseguir en nuestra vida, pero sólo Cristo como piedra angular puede garantizar el éxito de la construcción de nuestra existencia. A través de la historia, muchos le han desechado equivocadamente. Estamos invitadas a ser hábiles constructoras de nuestra vida. Elijamos como piedra angular al Hijo de Dios que es el camino, la verdad y la vida.
Teresa Salmerón nació en la Ciudad de México, donde creció en una familia católica practicante y donde formó la suya propia. Ha tenido la oportunidad de vivir en varios países como Chile, Venezuela, México y Estados Unidos. Actualmente reside en Ohio, donde ha vivido desde hace 11 años y donde trabaja como traductora y maestra de español. Teresa tiene 3 hijos adultos a los que ama profundamente. Dos de ellos acaban de recibir el Sacramento del Matrimonio. Para ella, su Fe Católica es muy importante: ha sido catequista y facilita el estudio Bíblico de un grupo de mujeres de su parroquia. A Teresa le gusta mucho bailar, leer, cocinar y convivir con su familia y amigos; y se siente profundamente agradecida por el infinito amor de Dios.