“El pueblo que caminaba en tinieblas vio una gran luz.” (Mateo 4, 16)
Hace un par de semanas estaba compartiendo con una amiga cercana. Mientras nos sentábamos en la sala tomando té, me dijo muy casualmente, “¿Sabes cuando sales y no puedes ver bien porque el sol está tan fuerte entonces tienes que esperar a que los ojos se ajusten un poco para ver con claridad?” Recuerdo no entender a dónde iba con ese comentario entonces simplemente le respondí que sí. Ella continuó: “Creo que en la vida espiritual es igual. Algunas veces Jesús viene de maneras tan poderosas que necesitamos un tiempito para que nuestros ojos espirituales se ajusten.”
El Evangelio de hoy nos cuenta cómo Jesús llegó a Cafarnaúm y enseñaba en el templo. Habiendo un hombre con un espíritu maligno, Jesús reza y cura a este hombre de su tormento. El Evangelio cuenta que después de este momento tan poderoso “todos quedaron estupefactos y se preguntaban: ‘¿Qué es esto?’...” (Marcos 1, 27). Me siento muy identificada con la multitud en la sinagoga. Cuando un ser infinito como Jesús entra en un corazón limitado y humano como el mio, no entiendo qué está pasando o qué significa exactamente. Él y Su sanación es tan grande que nunca veré completamente la profundidad del trabajo que hace en mi alma. De cierta manera, Su resplandor es tan grande que siento que me ciega de la mejor manera.
Hermanas, las reto a reflexionar en esos momentos poderosos donde el Señor ha entrado en tu vida y quizás tus ojos espirituales todavía se están ajustando. Probablemente existan áreas donde sabes que el Espíritu se está moviendo pero no sabes o entiendas cómo, sólo sientes Su presencia. Te invito a traerle esas partes de tu corazón a Jesús y darle profundas gracias. Él quiere abrir los ojos de nuestro corazón para que podamos ver Su gloria. Pídele la gracia de poder ver con más claridad esos lugares que antes eran tinieblas. Al principio puede ser incómodo, como salir a la luz del sol, incluso puede doler un poquito, pero esa nueva luz nos ayuda a ver a nuestro Creador un poquito más y todo lo que ha hecho en nuestras almas.
// Joanna nació en Venezuela y se crió en Miami donde aprendió a hablar “fluent Spanglish”. Conoció a sus dos mejores amigas, Santa Teresita de Jesús y Santa Faustina, durante una misión en Haití y desde ese entonces su vida cambió. Próximamente, va a servir como misionera con NET Ireland. Para apoyarla en la misión haz click aquí (https://www.netministries.ie/missionaries/joanna-valencia).