Él es la resurrección y la vida. (Juan 11, 25)
Si ayer celebramos a Todos los Santos, hoy conmemoramos el Día de los Fieles Difuntos. Hoy es un día para honrar a todos nuestros familiares y amigos que ya han fallecido. Suele ser un día en el que se les visita en el cementerio. Se les lleva flores, se reza por ellos, y se les extraña con la misma intensidad con la que se les quiere.
A Jesús le encantan los términos que parecen contradictorios, pero realmente no lo son: “El primero será el último, dad y recibiréis, quién quiera ser grande que se haga pequeño…” Hoy nos dice que con la muerte se nos dará vida. Él es la resurrección y la vida (Juan 11, 25). Como cristianas, tenemos que ser conscientes de que vivimos en la tierra, pero nuestra ciudadanía está en el cielo. Somos viajeras, estamos de paso; aunque eso no significa que no tengamos que vivir la realidad. Todo lo contrario, cualquier momento y lugar es una oportunidad para mirarla con los ojos de la trascendencia que eso conlleva.
Sabemos que el cielo puede empezar aquí en la tierra. Benedicto XVI lo decía: "La tierra llega a ser cielo si en ella se realiza la voluntad de Dios." Nuestros difuntos ya están en casa con el Padre. Desde el cielo nos cuidan y están pendientes de nuestra felicidad. Es un buen momento para mirar el legado que han dejado, añorar todos esos recuerdos que hacen que los tengamos presentes… porque el tiempo pasa, pero ellos permanecen. Es un día muy especial para rezar por ellos porque no sabemos si necesitan nuestras oraciones. También les podemos pedir pequeños favores porque en el cielo tenemos gente que nos quiere y nos cuida.
// Elisa Gómez es una joven española que ha sido transformada por el amor. Es la mayor de 5 hermanos y está estudiando Derecho y Relaciones Internacionales. Tiene una gran pasión de ayudar a los demás y dedica gran parte de su tiempo al voluntariado. Le fascina la belleza cada atardecer y la música. Al igual que “el amor le explicó todo”, quiere llevar ese amor a todos los que la rodean.